Fráncfort, 2 ene (dpa) – La escasez de papel, los costes energéticos y la inflación afectarán este año a la industria del libro en Alemania, por lo que muchos editores ya anticiparon aumentos de precios.
Hasta poco antes de la recta final del negocio navideño, las cifras no eran muy alentadoras. En todos los canales de distribución, las ventas cayeron un 4,6 por ciento en los once primeros meses en comparación con el año 2019, anterior a la pandemia del coronavirus.
Según una evaluación recogida por el semanario del sector editorial alemán «Börsenblatt», que comparó los tres primeros trimestres de 2022 con el mismo periodo del año anterior a la pandemia de coronavirus 2019, el precio promedio de un libro aumentó hasta un 5,9 por ciento. Sobre todo en el segmento de libros infantiles y juveniles se consignaron subas de entre un 13 y un 17 por ciento.
El director de la Asociación Alemana de Editores y Libreros, Peter Kraus vom Cleff, señaló que el año pasado, los editores debieron enfrentar un aumento de alrededor del 50 por ciento de los costes de papel y de impresión, y para 2023 se prevén nuevos aumentos de entre el 20 y el 30 por ciento.
Por su parte, la Federación Alemana de Industrias de Impresión y Medios de Comunicación comunicó que muchos fabricantes de papel se pasaron al cartón. Vom Cleff señala que es también una razón para comprar libros en la tienda y no por Internet. «Si se compra en el lugar, no se necesita un paquete para el transporte», explica.
En tanto, las ventas en librerías locales cayeron un 11 por ciento a finales de noviembre en comparación el período antes de la pandemia. Además, hubo un descenso de la facturación de un 5,9 por ciento a pesar del aumento de los precios.
Sin embargo, Vom Cleff destaca que las librerías hacen mucho más que vender libros, ya que organizan eventos, promueven la lectura, asesoran a los clientes y animan los centros de las ciudades.
Por eso, la asociación quiere que los políticos reconozcan estos logros y amortigüen económicamente los costes adicionales. Asimismo, pide un apoyo para los programas editoriales fuera del circuito dominante. Los pequeños editores, en particular, se ven muy afectados por el aumento de los costes energéticos y de producción.
«Sin subvenciones a la edición, la diversidad de nuestro panorama editorial está en peligro», enfatiza el director.
De acuerdo con una encuesta realizada por la Federación Alemana de Industrias Gráficas y de Medios de Comunicación (bvdm), el estado de ánimo del sector es «sombrío».
Pese a la situación, la industria del libro quiere ser más sostenible. «Queremos reducir nuestra huella de CO2 (dióxido de carbono) en toda la cadena de valor: en la producción, la logística y el comercio de libros», comenta Kraus vom Cleff.
Por su parte, la presidenta de la asociación, Karin Schmidt-Friderichs, manifestó que durante la crisis del coronavirus, la industria del libro demostró ser «resistente» y sobre todo los jóvenes descubrieron la lectura como actividad de ocio.
Sin embargo, esta tendencia parece debilitarse, según revela un reciente estudio sobre el comportamiento de uso de los medios de comunicación de los jóvenes de 12 a 19 años. El tiempo diario de lectura era de 59 minutos a finales de 2021, tras los 74 minutos de 2020.
Vom Cleff se muestra además preocupado por el número «aterradoramente alto» de personas que no leen nada o no saben leer.
«En Alemania tenemos más de seis millones de analfabetos funcionales y eso me deprime», señala. Por eso, además de la preservación de la diversidad y la cuestión de la sostenibilidad, el fomento de la lectura es el tercer eje que se fijó la Asociación Alemana de Editores y Libreros.
Por Sandra Trauner (dpa)