Berlín, 26 dic (dpa) – El Bayern Múnich ha ganado la Liga de Campeones, su delantero Robert Lewandowski fue distinguido como el mejor futbolista del mundo del año, los seis clubes alemanes han avanzado a las fases eliminatorias en Europa y la Bundesliga podría vivir la carrera por el título más excitante en años.
Y, sin embargo, cuando los equipos retornan a los entrenamientos para reiniciar la competencia el 2 de enero, los aficionados parecen estar dando la espalda a sus clubes y al juego en números cada vez mayores.
La crisis de coronavirus, que llevó a que los partidos se jueguen a puertas cerradas, ha sacado a la luz la grieta entre ellos y la forma en que se gestiona el fútbol profesional en Alemania.
«Los aficionados de todas las tribunas notan que hay una gran diferencia entre su realidad y la del fútbol profesional. Millones de ellos verán reducirse la pasión y se alejarán», alertó el investigador Harald Lange, especializado en fanatismo deportivo.
Esto también afecta a la selección alemana, ya que el enfoque del negocio de su director Oliver Bierhoff y la gestión de la marca «Die Mannschaft» han sido fuertemente criticados, al igual que como se manejó la humillación que significó la reciente goleada por 6-0 ante España.
El presidente de Unión Berlín, Dirk Zingler, realizó el viernes una declaración mordaz en la televisión del club: «Debemos devolver la selección nacional de fútbol a la gente». Zingler alertó además que esta situación «afecta de forma negativa al fútbol de clubes».
«No puedo imaginar que nadie que ame el fútbol aquí en el estadio Alte Fösterei quiera ver en este momento en vivo un partido de la selección nacional porque, en primer lugar, no tiene nada que ver con la razón de por qué son fanáticos del fútbol», señaló el directivo.
El Unión es un club con los pies bien en la tierra, con aficionados leales en un entorno de fútbol alemán con entradas baratas, gradas para estar de pie, estadios repletos y reglas que prohíben a los inversores hacerse cargo de clubes a menos de que hayan gastado grandes sumas de dinero durante más de dos décadas, pero eso parece no ser suficiente.
Las partes ya estaban enfrentadas antes de la suspensión del fútbol en marzo por la pandemia de coronavirus, con los fanáticos ultras del Bayern Múnich provocando que se detuviera el partido de su equipo en Hoffenheim y luego se completara en forma absurda.
Protestaron contra el multimillonario dueño del Hoffenheim, Dietmar Hopp, y la sanción de la Federación Alemana de Fútbol (DFB, por sus siglas en alemán) a los aficionados del Borussia Dortmund, que fue considerada un castigo colectivo que la entidad había dicho anteriormente que no volvería a aplicar.
La pandemia solo resaltó aun más el descontento de los aficionados, que protestaron por las grandes sumas de dinero que gastan los clubes, con algunos de ellos al borde de la bancarrota por el confinamiento y la suspensión de los partidos.
El Schalke llenó los titulares al suspender a algunos de los promisorios valores de su equipo.
Las llamativas imágenes de jóvenes profesionales en las redes sociales, los salarios multimillonarios, los valores de transferencia enormes, las altas comisiones de los agentes y las autoridades arrogantes se consideraron parte de lo que estaba mal en el juego.
El presidente del Stuttgart, Claus Vogt, dijo que la pandemia actuaba como un «catalizador», ya que «el interés está disminuyendo», al tiempo que «distanciamiento» es la palabra que se utiliza constantemente para describir el fenómeno.
Esto lastima a los clubes porque no solo están perdiendo los ingresos por venta de entradas sino también los que provienen del mercadeo de productos porque los aficionados están perdiendo interés y no consumen productos vinculados al club.
«En algunas áreas del fútbol profesional se observa demasiado seguido el afán por ganar el mayor dinero posible y lo más rápido que se pueda», admitió Vogt.
La Liga Alemana de Fútbol y su presidente Christian Seifert, ampliamente aclamado por un protocolo de higiene que permitió que la Bundesliga fuera la primera gran liga deportiva en reanudar la competencia en mayo pasado, han reconocido el problema y creado un grupo especial para analizar el futuro del fútbol profesional.
«Creo que en los últimos años han habido algunas situaciones que no reflejan lo suficiente aquéllas de la vida cotidiana», declaró Seifert en mayo al canal ZDF.
El presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), Fritz Keller, coincidió: «Quizás estábamos un poco ciegos en el fútbol». El directivo admitió que el deporte debería estar otra vez más cerca «de los aficionados, de la gente».
Seifert ha alertado que los clubes deben reducir sus costos debido a que se estima que sus ingresos se reducirán en unos 2.000 millones de euros (unos 2.456 millones de dólares) entre 2020 y 2022.
Un nuevo esquema de distribución de los ingresos por derechos de televisación sumó sin embargo poco para equilibrar las diferencias entre los clubes ricos y pobres, mientras los representantes de los aficionados siguen siendo escépticos acerca de qué sucederá cuando sean admitidos de nuevo en los estadios.
«La pregunta es: ¿se trata de algo permanente o se debe a la crisis del coronavirus y de que no se puede experimentar el fútbol en vivo en los estadios?», cuestionó Helen Breit, de la agrupación «Unsere Kurve» (Nuestra curva).
Por John Bagratuni (dpa)