(dpa) – Media docena de variedades de marihuana están cuidadosamente dispuestas sobre un elegante mostrador metálico de la tienda de venta de productos a base de cannabis en el centro de Bangkok. Tienen nombres tan prometedores como «Painkiller», «Gorilla Burger» o «Mango Sunset Haze».
Ya sean turistas, expatriados o locales, el entusiasmo por las tiendas de cannabis, que desde hace medio año proliferan en todo Tailandia, no tiene límites.
«Todos nuestros productos se cultivan localmente en Tailandia. Esto ayuda mucho a la economía», explica un vendedor de la elegante tienda «The Dispensary» en la capital Bangkok.
Desde que el Gobierno legalizó sorpresivamente el cannabis el pasado mes de junio, Bangkok se convirtió en la nueva meca de los consumidores de marihuana de todo el mundo.
Los nombres de las innumerables tiendas lo dicen todo: «Cannabangka», «Cannabis Twins», «The Chillax», «Ministry of High» y «Fat Buds Weed Shop», por mencionar solo algunas.
La paleta va desde establecimientos de dudosa reputación hasta elegantes tiendas especializadas. También son populares los nuevos «carritos de marihuana exprés».
Tailandia es el primer país de Asia que legalizó el cannabis. Antes de la despenalización, cualquiera que le diera una calada a un cigarrillo de marihuana se arriesgaba a una pena de cárcel. Ahora se permite fumar libremente.
En otros países de la región como Indonesia, Malasia o Singapur, la posesión de cannabis puede acarrear largas penas de prisión o incluso la pena de muerte.
«La actual situación legal ayuda al turismo, que tardó en recuperarse tras la pandemia de coronavirus», señala Thomas, un alemán que emigró a Bangkok hace 20 años.
Según Thomas, la repentina apertura demuestra lo singular que es Tailandia. «En Europa se debate sobre el cannabis desde hace décadas, mientras que aquí la situación legal puede cambiar de la noche a la mañana, en este caso en sentido positivo», señala.
Mientras en el Parlamento aún se debate una ley para ajustar la regulación, el Ministerio de Salud publicó una guía: «Diez cosas que los turistas deben saber sobre el cannabis en Tailandia».
Las oficinas de Turismo de las distintas provincias son las encargadas de distribuir la guía, que pretende ayudar a los veraneantes a orientarse y comprender qué está permitido y qué sigue siendo ilegal.
Quizá la norma más importante es que los productos derivados del cannabis no pueden ser consumidos por menores de 20 años.
En Alemania, los expertos advierten que especialmente los jóvenes corren un riesgo considerable de sufrir daños para la salud derivados del consumo habitual de estupefacientes.
Los productos también están prohibidos para las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, a menos que estén bajo el cuidado de personal médico. Tampoco está permitido transportar semillas o partes de la planta de cannabis hacia o desde Tailandia para uso personal.
«Mientras la marihuana permanezca en el país, los clientes pueden comprar básicamente toda la que quieran», comenta André, el propietario ruso-canadiense de la tienda «Cannabis Kingdom».
El local, situado en el céntrico barrio de Silom, abrió sus puertas hace solo unos días y es una mezcla de tienda de asesoramiento y venta de productos para el cultivo de cannabis y cafetería. Desde su apertura, el negocio ha ido viento en popa.
«Ya han venido coreanos, japoneses, rusos y alemanes, pero también muchos tailandeses, tanto consumidores experimentados como novatos absolutos», cuenta André.
Sin embargo, no está permitido fumar un porro directamente en la tienda, algo que también figura en las directrices del Gobierno.
«Fumar cannabis en lugares públicos, incluidos colegios y centros comerciales, es ilegal», explica el dueño del «grow-shop» (tienda de cultivos). Por eso, muchos comerciantes instalaron rincones privados para fumadores en las inmediaciones.
El artífice de la despenalización del cannabis es el ministro de Salud Pública de Tailandia, Anutin Charnvirakul. El año pasado, el Gobierno incluso regaló un millón de plantas de cannabis a particulares para impulsar la producción y ayudar así a la economía, debilitada por la pandemia.
Oficialmente, el cannabis solo se liberó para uso médico e industrial, pero desde que se eliminó de la lista de drogas ilegales, el consumo recreativo ya no está prohibido.
Pero hasta que el Parlamento no proclame la legalización definitiva, sigue flotando en el aire cierta preocupación sobre su consumo plenamente libre.
La mayoría de los comerciantes, sin embargo, no creen que se vuelva a prohibir por completo, ya que las ventajas económicas son demasiado evidentes.
«Por supuesto que hay voces conservadoras que insisten a viva voz en volver a ilegalizar el consumo de cannabis», comenta Thomas. Pero agrega que eso probablemente tenga más que ver con la política que con la moral o la salud.
Un reciente editorial del diario «Bangkok Post» señalaba que sería imposible dar marcha atrás y volver a castigar el consumo de marihuana con penas de cárcel. «Solo hace falta regular adecuadamente el consumo de cannabis, sobre todo para evitar que caiga en manos inapropiadas», destacaba su autor.
Por Carola Frentzen (dpa)