Montreal, 22 ago (dpa) – El canciller alemán, Olaf Scholz, ha recorrido ya varios países desde que juró el cargo en diciembre, pero para ninguno de ellos se ha esforzado tanto durante su primera visita como lo ha hecho ahora para Canadá.
Scholz se tomará tres días para visitar el segundo país más grande del mundo en términos de superficie, que, sin embargo, tiene menos de la mitad de la población de Alemania.
A modo de comparación, el jefe del gobierno alemán solo pasó la mitad de tiempo en su visita inaugural a Estados Unidos en febrero, el vecino de Canadá mucho más poderoso y económicamente más fuerte.
Pero eso no es todo: Scholz llega a Canadá con una fuerte comitiva. El vicecanciller y ministro de Economía, Robert Habeck, voló con él a Montreal el domingo por la noche, en la primera de las tres escalas del viaje.
Scholz también estará acompañado por primera vez por una delegación comercial más amplia, encabezada por el presidente del sector empresarial alemán, Siegfried Russwurm, y que incluye una docena de altos ejecutivos, entre ellos los directores generales de Volkswagen, Bayer, Siemens Energy y Uniper.
Más de 80 pasajeros viajaron en el avión gubernamental. Pero, ¿para qué se toman tantas molestias Scholz y Habeck?
En cuanto al aspecto económico, la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania obliga a Alemania a ampliar sus relaciones económicas. Esto se aplica de forma muy aguda al sector energético, donde quiere independizarse del suministro de gas ruso.
Canadá tiene gas licuado que ofrecer, pero Alemania solo puede beneficiarse de él a medio plazo porque aún faltan gasoductos y terminales para el transporte a través del Atlántico. Por ello, el viaje se centra en la producción de hidrógeno.
Además, la economía alemana está interesada en los minerales y metales canadienses, como el cobalto, el níquel, el litio y el grafito, que son importantes para la producción de baterías.
En el plano político, Canadá ofrece económicamente lo que también tiene Rusia, pero el país norteamericano lo hace como democracia fiable.
Esa es la segunda razón por la que este viaje significa tanto para Scholz. El canciller se ha encargado de reforzar la cooperación entre las democracias para poder competir con autocracias como China y Rusia.
Por eso, a diferencia de sus predecesores, visitó de forma demostrativa Japón antes que China, que es económicamente más importante para Alemania.
Asimismo, este viaje muestra que las relaciones transatlánticas son algo más que una buena conexión con Estados Unidos. Canadá es también un socio importante en el Grupo de los Siete (G7) de democracias económicamente fuertes y en la alianza estratégica militar de la OTAN.
Scholz se lleva muy bien con el primer ministro canadiense Justin Trudeau. El jefe de gobierno de 50 años ya lo visitó en Berlín, y ambos se reunieron también en la cumbre del G7 en el sur de Alemania y en la cumbre de la OTAN en Madrid.
Trudeau acompañará a Scholz durante casi toda la visita. En Montreal, ambos mantuvieron conversaciones sobre temas relacionados con la política.
El martes, continuarán hacia la metrópolis económica de Toronto y, finalmente, hacia la remota Stephenville, una pequeña ciudad de la región escasamente poblada de Terranova.
Allí, el canciller alemán y el primer ministro canadiense aspiran concretar un acuerdo de cooperación para la producción y el transporte de hidrógeno verde, que se produce con ayuda de energías renovables.
A largo plazo, Canadá espera poder exportar entre 25 y 30 millones de toneladas de hidrógeno verde al año. Sin embargo, todavía es necesario crear las correspondientes capacidades de transporte.
Se espera que Canadá construya terminales de aquí a 2025. Así pues, la visita de Scholz y Habeck no ayudará a Alemania a superar la crisis energética a corto plazo, se trata de un compromiso a largo plazo.
«El objetivo del viaje es, por supuesto, una asociación energética para el futuro», declaró el ministro Habeck a la cadena alemana de televisión pública ZDF tras llegar a Montreal.
Por Michael Fischer (dpa)