Erfurt (Alemania), 29 ago (dpa) – ¿Es rentable obtener materias primas a 700 metros de profundidad en Alemania? En tiempos de abandono del carbón y de digitalización, la minería parece cosa del pasado, pero los expertos observan un «cambio de mentalidad».
Los altos precios de las materias primas, la escasez -no solo de gas- debido a la guerra rusa contra Ucrania y una demanda mundial creciente hacen que las materias primas nacionales sean de nuevo interesantes para la construcción, la industria, la agricultura y la transición energética.
Probablemente uno de los mayores proyectos sea el del estado federado de Turingia, en el este de Alemania, donde se prevé la explotación de un yacimiento de potasa para la producción de fertilizantes.
En concreto, se trata de una mina de potasa a la que se destinarán 620 millones de dólares (623 millones de euros), según los planes de la empresa australiana de exploración South Harz Potash Ltd., firma que compró licencias mineras para los montes Ohm y otras zonas del norte de Turingia.
Según la directora regional de la compañía, Babette Winter, hasta ahora se invirtieron unos cinco millones de euros en dos prometedores pozos exploratorios cerca de Worbis y Haynrode. Se trata de cloruro de potasio para abono mineral.
Si el concepto presentado en agosto por la empresa con su filial alemana Südharz Kali funciona, esta sería la primera nueva mina de estas dimensiones en Alemania desde hace décadas.
Según el estudio de South Harz Potash, solo en los montes de Ohm hay una reserva explotable de sal potásica de más de 134 millones de toneladas, materia prima para décadas. La decisión sobre el emplazamiento será tomada a finales de este año, señaló Winter.
La construcción de los pozos hasta una profundidad de más de 700 metros, así como de una planta, podría comenzar en 2026-27, en vista de los complejos procedimientos de aprobación.
«La producción de potasa en Alemania es la cuarta del mundo, algo menos del diez por ciento de la producción mundial», comentó Helmut Mischo, profesor de Minería de la Universidad de Freiberg. «Hasta la fecha solo se explotó una pequeña parte de las reservas declaradas».
Tanto Mischo como Joachim Ragnitz, del instituto de investigación económica Ifo, hicieron hincapié en los cambios en el mercado de los fertilizantes a causa de la guerra en Ucrania.
«Los precios (de los fertilizantes) se han disparado», apuntó Ragnitz. Explicó que Rusia y Bielorrusia, junto con Canadá, son los mayores productores de fertilizantes del mundo, pero ahora los dos primeros están en parte aislados del mercado.
Al mismo tiempo, la demanda de fertilizantes en la agricultura crece a medida que aumenta la población mundial, comentó Mischo. «Se trata de dos procesos independientes pero superpuestos».
Varias minas de potasa en el norte de Turingia se cerraron tras la reunificación alemana. Los mineros de la planta de potasa de Bischofferode fueron noticia en todo el mundo por una huelga de hambre y laboral de un mes de duración en 1993.
Ironía de la historia: justo al lado de dicha mina, que fue cerrada, se encuentra el nuevo yacimiento que se planea explotar.
Gerhard Jüttemann, uno de los protagonistas del conflicto laboral de hace 30 años y presidente de la asociación local de potasa, espera un resultado positivo del proyecto.
«Ya dijimos entonces que teníamos el depósito de mayor calidad de Europa», sostuvo, agregando que la región podría beneficiarse de la reactivación de la minería de la potasa. «Tengo un buen presentimiento», concluyó.
Por Simone Rothe (dpa)