Estocolmo, 21 ago (dpa) – Cuando Silvia Sommmerlath y Carlos Gustavo se conocieron durante los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) de 1972 en Múnich, ella era una joven alemana con encanto y amplios conocimientos de idiomas y él, un joven sueco que pronto iba a convertirse en rey.
Sommerlath, quien trabajaba como azafata VIP durante los JJ.OO., se cruzó con un sueco encantador que se enamoró de ella. Y este hombre era nada menos que un príncipe heredero, que apenas un año después sería el monarca de su país.
Ambos se enamoraron, se casaron y desde entonces se encuentran a la cabeza del reino de Suecia.
Lo que vivió Sommerlath en el verano europeo de 1972 suena un poco a cuento de Disney. Pero es lo que ocurrió a la que fuera hija de un comerciante durante los Juegos de Verano de Múnich.
La competencia olímpica fue inaugurada el 26 de agosto de 1972, o sea que el actual rey Carlos XVI Gustavo, de 76 años, y la reina Silvia, de 78, se conocieron hace 50 años. Y, de esta manera, Alemania tuvo algo así como una reina germana.
En sus respectivas biografías de la Casa Real, solamente se indica que el entonces príncipe heredero y la señorita Sommerlath se conocieron «durante» o por lo tanto «en conexión con» los Juegos Olímpicos de Múnich.
Pero, como puntualizó entre otros el periódico sueco «Aftonbladet», esto ocurrió precisamente durante la ceremonia inaugural. El príncipe, por entonces de 26 años, observó a Silvia, dos años y medio mayor, con prismáticos.
Según relató recientemente la propia Silvia durante una visita a Múnich, el joven la miró así incluso cuando estaba sentado a pocos metros de ella. «Me hizo reír mucho, fue muy gracioso», dijo. Más tarde, él confesó: «Fue entonces cuando me hizo clic».
Durante una recepción en un cóctel la noche de la inauguración, el príncipe mandó invitar a su nueva conocida a una comida familiar privada a través de un colaborador.
Luego fueron a un club nocturno, donde fueron fotografiados juntos por primera vez. Posteriormente, la relación continuó secretamente por teléfono, y también con respectivas visitas a Suecia y Alemania.
Después de la muerte de su padre a causa de un accidente aéreo en Dinamarca en 1947, Carlos Gustavo supo ya desde niño que accedería al trono para suceder a su abuelo Gustavo VI.
Y en 1973, solamente un año después de Múnich, llegó el momento. Suecia tuvo nuevo rey, de por entonces 27 años, pero que aún no tenía una reina a su lado.
Silvia, una mujer cosmopolita y con facilidad para los idiomas, quien creció en São Paulo, Brasil, y regresó a Alemania cuando era adolescente, iba a ser la encargada de cambiar esa situación el 19 de junio de 1976.
Porque, apenas cuatro años después de conocerse, la mujer nacida en Heidelberg se casó con el rey de Suecia en un acto altamente ceremonioso ante 1.200 invitados en la catedral (Storkyrka) del casco antiguo de Estocolmo.
En honor de la bella alemana, el legendario grupo de pop sueco Abba presentó la noche anterior en la Ópera de Estocolmo el que se convertiría en un éxito mundial «Dancing Queen».
Tras la boda, Silvia se convirtió no solamente en una reina del baile, sino también en un digno puntal de Suecia.
Como fundadora de la Fundación Mundial de la Infancia, la juiciosa monarca, que siente aprecio por los niños, lucha por los menores desfavorecidos o que han sufrido abusos, y más allá de eso también hace campaña por los discapacitados y los enfermos, entre otras cosas.
En comparación con otras casas reales, los suecos son considerados como muy cercanos a su pueblo, una proximidad que Carlos Gustavo claramente aprendió de su esposa.
Silvia apoya al rey en su función de Jefe de Estado, pero también está a su lado en las crisis. Sin duda, la corte vivió la mayor de ellas en 2010, cuando una biografía no autorizada reportó sobre las visitas del rey a un club de striptease y sobre un romance con una cantante.
La reina optó por el silencio y respaldó a su marido. Durante los tiempos de pandemia, soportaron juntos las infecciones de coronavirus.
Carlos Gustavo y Silvia tienen tres hijos: la princesa heredera Victoria, de 45 años, el príncipe Carlos Felipe, de 43 años, y la princesa Magdalena, de 40. A su vez, estos han dado a los monarcas un total de ocho nietos.
Victoria y su marido, el príncipe Daniel, de 48 años, asumieron durante los últimos años numerosas tareas de Carlos Gustavo y Silvia.
De esta manera, se perfila un futuro femenino en la ya de por sí feminista Suecia: Victoria heredará un día el trono de su padre, a la que seguirá en un futuro lejano su hija, la princesa Estela, actualmente de diez años.
El futuro de la Casa Real sueca será femenino. Pero, hasta entonces, el país escandinavo continuará siendo representado con honor y energía por Carlos Gustavo y Silvia, tal como demostraron recientemente en un concierto muy especial.
En concreto, en el estreno mundial del show «Abba Voyage» a fines de mayo en Londres, ambos se sentaron entre el público. E incluso se levantaron de sus asientos para bailar al ritmo de Abba una vez más.
Por Steffen Trumpf (dpa)