Berlín, 31 ene (dpa) – Silencio a pedido: en vez de hablar sobre todo tipo de cosas y sentirse incluso obligado a conversar, en Alemania en algunas peluquerías se puede reservar un llamado «silent cut» (corte silencioso). No solo los clientes, también los peluqueros disfrutan del silencio.
«En nuestro caso la idea surgió en la época del coronavirus, en la que muchas conversaciones solo giraban en torno a la pandemia», relata Andrea Siepert-Fichter, del salón «Wild Hair» en Berlín.
Sus empleadas le contaron de una peluquería en Londres que ofrece «silent cuts» desde hace algunos años. Finalmente, también Siepert-Fichter se decidió por incluir ese servicio en su oferta. «Queríamos crear una zona de relajación, en la que se pudieran olvidar todas las preocupaciones».
Al vendedor de seguros Benjamin Hartwig le gusta esta propuesta. Explica a Siepert-Fichter qué tipo de corte quiere, luego ella empieza su tarea y durante 20 minutos ambos callan, mientras los clientes a su lado hablan sobre sus padres, un nuevo trabajo y los viajes y de fondo suena fuerte música de rock.
«Los demás sonidos no me molestan», explica Hartwig después del corte. «Por mi profesión, hablo con personas todo el día. Escucho buenas historias, pero también malas». Por eso para él visitar esta peluquería es muy reparador. «Son minutos en los que reflexiono sobre mi día y me puedo ocupar solo de mis pensamientos», dice el hombre de 29 años.
«Si los peluqueros promocionan conscientemente ‘silent cuts’, quizá logren llegar a una clientela que está cansada de tanta charla en la peluquería», comenta Antonio Weinitschke, director artístico de la Federación de Peluqueros Alemanes. «La tendencia posiblemente vaya hacia eso. La vida cotidiana ya es lo suficientemente estresante. Muchas personas simplemente quieren relajarse y tener un tiempo libre».
Jan Kopatz, jefe del gremio de peluqueros de Berlín, en cambio, considera que los ‘silent cuts’ «no son nada extraordinario», sino sobre todo «un instrumento de marketing y una moda». La calidad del corte no se diferencia de otras, subraya.
Según la psicóloga Julia Scharnhorst, el hecho de que precisamente en la peluquería se den a veces conversaciones privadas se explica con la cercanía corporal.
Señala que si un individuo es tocado por otra persona durante determinado tiempo, eso puede generar una sensación de confianza, una situación que también se produce, por ejemplo, cuando se tiene cita con en el fisioterapeuta o el masajista.
«Pero no a todos les gusta. Muchas personas cuentan cosas dolorosas o íntimas», ya que esto puede resultar estresante, aclara Scharnhorst. «Los clientes después de una hora se van renovados a su casa. Los peluqueros, en cambio, muchas veces tienen que atender enseguida a otro cliente y tener una nueva conversación».
«Y algunos problemas se van con nostros a casa», añade Siepert-Fichter. Ella misma disfruta por lo tanto de las citas sin conversaciones. «También yo soy solo una persona y no una máquina y no siempre tengo ganas de hablar. Me gusta entregarme a mis ensoñaciones», revela.
Asimismo, la peluquera observa que a la charla se suman los ruidos de los secadores y otros dispositivos. «En primer lugar, hay que soportar eso», apunta la psicóloga Scharnhorst, que se especializa en salud mental en los lugares de trabajo y ofrece seminarios de gestión de estrés. La psicóloga saluda los ‘silent cuts’ porque también confieren a los peluqueros una isla de tranquilidad.
Claro que en la peluquería de Siepert-Fichter las charlas no han desaparecido por completo ya que entre cinco y 15 clientes reservan por semana este servicio con ella y alguna de sus colegas. Por supuesto, no todas las peluqueras renuncian a conversar mientras trabajan. «En el caso de clientes de toda la vida, que a veces conozco desde hace 20 años, hay un vínculo personal», explica.
Por Anja Sokolow (dpa)