Grünwald (Alemania), 16 ago (dpa) – Su vida era el escenario. Las gemelas Alice y Ellen Kessler vivieron más de 60 años bajo los reflectores de todo el mundo. Hoy en día, su vida es más tranquila.
Aseguran que ya no se las verá bailar sobre un escenario. Y según cuentan a dpa poco antes de su cumpleaños 85, este viernes, tampoco habrá un gran festejo. «Celebraremos con algunos buenos amigos», afirman.
En 2016, las Kessler todavía actuaron en el musical «Ich war noch niemals in New York» («Nunca estuve en Nueva York»), y luego hicieron algunos shows de TV en Italia. Desde entonces, están retiradas. «Ya solo cantamos», dicen.
Sin embargo, los organizadores siguen queriendo ver bailar a las hermanas. «Ya no lo hacemos», dicen. Explican que en algún momento hay que parar.
Las gemelas vivieron tanto que no tienen problemas en llevar ahora una vida más tranquila. Ya sea en Nueva York, Las Vegas, Sydney, Hong Kong, Montecarlo o Roma, Alice y Ellen Kessler causaron furor por donde pasaron.
«Tuvimos una vida muy rica, el destino nos trató bien», afirman alegremente durante la conversación telefónica. «Pero no vivimos en el pasado», añaden. Por momentos no queda claro cuál de las dos hermanas está hablando. Luego aclaran: «Esa fue Ellen, pero Alice opina lo mismo». Práctico.
Aunque las gemelas no se regodean en los recuerdos, obviamente se les pide que hablen de ellos. «La gente nos los pide y nosotras contamos», afirman. Y de repente se sumergen en el pasado y cuentan cómo comenzó su carrera, sin planificación alguna. Cuentan que fueron descubiertas siendo adolescentes y el resto se fue dando solo.
Aprendieron a bailar desde pequeñas, instruidas por su padre. Pronto formaron parte del ballet infantil de la Ópera de Leipzig y lograron ser admitidas en la escuela de baile de la ópera. En 1952, a los 16 años, huyeron desde la entonces República Democrática Alemana al oeste del país y llegaron a Düsseldorf. Para poder ser autosuficientes y económicamente independientes, bailaron en un teatro de revista.
Allí, las dos rubias llamaron la atención del director del Lido de París en 1955. Este las contrató para el famoso varieté en Champs-Élysées y dio inicio de esta forma a su carrera internacional. «Nadie creía que lo lograríamos siendo alemanas», contaron.
Según recordaron, al principio eran tildadas de nazis por ser alemanas. ¿Su reacción? «Sonreímos y lo dejábamos pasar. Queríamos demostrar que los alemanes no son monstruos», señalan.
A partir de los años 60, las Kessler viajaron por el mundo de gira. En Roma, donde tuvieron una casa durante décadas, las delgadas bailarinas de largas piernas eran tan requeridas como en Nueva York o Las Vegas. A Italia las une un amor especial. «Allí éramos muy famosas», afirman. Añaden que los italianos siempre fueron muy cálidos con ellas.
En Estados Unidos actuaron junto a Fred Astaire, Frank Sinatra y Harry Belafonte, conocieron a Muhammad Ali, Sammy Davis Jr. y a los Jackson Five. Cuentan que las estrellas siempre fueron muy amables y solidarias con ellas.
Incluso les hicieron una oferta para actuar en una película junto a Elvis Presley. Sin embargo, rechazaron la propuesta por temor a quedar encasilladas en las películas musicales en Estados Unidos. Lograron, de todas formas, conocer a Elvis Presley en el Lido de París, donde les dio una impresión más bien complicada.
Las hermanas están felices de haber vivido tantas cosas y están contentas de haber comenzado su carrera en los 50 y 60 y no hoy en día. Dicen que con el actual ritmo vertiginoso y los muchos canales de TV, una carrera como la de ellas ya no sería posible.
«A veces teníamos más de 20 millones de espectadores en los shows de TV», aseguran. ¿Qué artistas les gustan? «Helene Fischer. Es enorme. Su voz, y además se mueve bien y es hermosa», coinciden en relación a la cantante alemana.
Nunca les molestó hacer carrera de a dos. Al contrario. «Juntas somos más fuertes», dice Alice. «No tuvimos problemas como los del #MeToo porque estábamos de a dos», completa Ellen.
Pasan sus días juntas hasta hoy. Las dos hermanas, que nunca se casaron, viven desde 1986 en una casa en el barrio de famosos Grünwald, en Múnich. Cada una tiene allí su propio espacio, separado por una puerta corrediza.
Se mantienen en forma haciendo gimnasia: un día, una de las hermanas cocina y la otra hace ejercicio, al otro día cambian. Aseguran no aburrirse nunca. Contestan cartas, se ocupan de los arreglos de la casa, hacen las compras. Lo que se dice una vida muy normal.
Por Ute Wessels (dpa)