(dpa) – El Mercado do Livramento, en la ciudad portuguesa de Setúbal, es una visita obligada, sobre todo para los amantes del pescado. Aquí encontrarán bacalao fresco, calamares, lenguado, lubina, dorada, sardinas, incluso percebes, ostras y el temible pez sable negro.
«Todo llega fresco de la bahía de Setúbal. En ningún lugar de Portugal se puede conseguir mejor pescado», señala una vendedora. Y no cuesta creerle.
Hasta hace unas décadas, Setúbal era el puerto pesquero más importante de Portugal. Muchas de las variedades de pescado que ofrece el enorme mercado, situado entre el puerto y el casco antiguo de la ciudad, son una rareza. A lo largo de cientos de metros hay, además, también puestos de carne, fruta y verdura, entre otros.
Para el renombrado periódico «USA Today», el Mercado do Livramento es uno de los mejores del mundo. Por ello, resulta sorprendente no encontrar allí turistas que se paseen con sus cámaras en mano.
Este mercado es el mejor ejemplo de que, incluso en un destino turístico tan popular como Portugal, sigue habiendo regiones en el país que el turismo aún no ha descubierto. Lo que es aún más sorprendente es que este sitio se encuentra realmente a las puertas de Lisboa.
La península de Setúbal, al sur de la capital portuguesa, casi no es conocida por los turistas extranjeros. Sin embargo, parar llegar, solo basta con cruzar el río Tajo por el puente Vasco da Gama.
La tranquila ciudad portuaria de Setúbal, al otro lado de la península, está a solo 50 kilómetros de Lisboa. Con sus antiguos palacios, plazas de ensueño y calles estrechas, la ciudad es una joya arquitectónica, pero sin ser pretenciosa.
El Convento de Jesús, construido en 1492, se considera el primer edificio de estilo manuelino de Portugal. El monasterio de la orden de los franciscanos alberga actualmente el museo de la ciudad y arte sacro del siglo XV en adelante.
También la Casa da Baía reúne hallazgos arqueológicos que muestran los 2.000 años de historia de Setúbal y sobre la ciudad se eleva el Castillo de San Felipe. El castillo, también conocido como Fortaleza de San Felipe, fue construido en 1582 para defender a la población contra los piratas berberiscos.
Acantilados escarpados y huellas de dinosaurio
Desde el imponente castillo, la vista se extiende sobre el océano Atlántico y las montañas costeras de la Sierra de la Arrábida, que caen abruptamente hacia el mar. El parque natural de la Arrábida es un paraíso para los excursionistas y ciclistas de montaña.
«Desgraciadamente, la mayoría de los visitantes de Lisboa ni siquiera saben lo que se pierden aquí», señala Fernanda Chagas, mientras su marido Amandio conduce el todoterreno por las abruptas montañas costeras. La pareja conoce bien la región y ofrece excursiones culturales y naturales por la Sierra de la Arrábida.
En esta excursión, Fernanda y Amandio llevan a sus huéspedes al extremo suroeste de la península, donde se encuentran las diferentes edificaciones pertenecientes al Santuario de Nuestra Señora del Cabo Espichel. Tras una breve caminata, el grupo llega a los acantilados, que caen unos 170 metros en el mar.
Fernanda se arrodilla y señala unas enormes hendiduras ovaladas en el suelo de piedra caliza. «Según una leyenda de los pescadores son las huellas de la mula de la Santísima Virgen Senhora do Cabo. Pero en realidad son huellas que dejaron dinosaurios de hasta 30 metros de altura hace unos 150 millones de años», explica.
Paleontólogos del Centro Portugués de Geología y Prehistoria (CPGP) hallaron otras 614 huellas en la zona, el mayor número de huellas de dinosaurio del Cretácico en Portugal. No muy lejos se encuentra el inconfundible Faro de Cabo Espichel, que comenzó a funcionar en 1790, aunque el primer faro que entró en funcionamiento en este lugar data de 1430.
Santidades y Hollywood
El rey Pedro II ordenó en 1701 la construcción de la Iglesia de Nuestra Señora del Cabo. Junto con Fátima, el conjunto arquitectónico religioso es uno de los lugares de peregrinación más importantes de Portugal. Así lo atestiguan también los numerosos alojamientos para peregrinos.
Lamentablemente, algunos de los edificios se han deteriorado, lo que Fernanda Chagas atribuye a la falta de visitantes. Junto a la iglesia se encuentra la Capilla de la Memoria, del siglo XV. En el interior de la pequeña capilla, cuya cúpula tiene forma de bulbo, las pinturas de azulejos blancos y azules cuentan la historia de una virgen que apareció aquí, según cuentan los pescadores.
El Cabo Espichel es un lugar especial lleno de leyendas e historias. También Hollywood se enamoró de este sitio salvajemente romántico, con espectaculares edificios religiosos al borde de un precipicio.
El director Bille August rodó aquí «The House of the Spirits» (La casa de los espíritus), de la escritora chilena Isabel Allende y protagonizada por Jeremy Irons, Glenn Close y Meryl Streep. También Moritz Bleibtreu y Cameron Diaz filmaron en el cabo escenas de la película «The Invisible Circus» (El circo invisible), mientras que el director alemán Wim Wenders inmortalizó este paisaje único en su film «Lisbon Story».
De peces pequeños y grandes
Sesimbra también es digna de una película, aunque aquí no se haya rodado ninguna película de Hollywood. La ciudad no está lejos del cabo y es conocida por su extensa playa de arena y sus buenos restaurantes de pescado.
La bahía de Setúbal es tan rica en peces que no solo las orcas y otras ballenas se detienen aquí regularmente, sino que en la zona residen permanentemente familias de delfines. Incluso se los puede ver de vez en cuando desde la playa de Sesimbra.
Hay varios factores que intervienen para explicar las características de lugar. «La temperatura del mar, influida por la corriente del Golfo, la buena calidad del agua, pero sobre todo los muchos nutrientes que ingresan a las aguas de Sesimbra desde la fangosa desembocadura del río Sado», detalla la bióloga marina Catarina Gómez.
Si se quieren ver delfines de cerca es posible hacerlo desde un barco turístico. «Vemos delfines en el 98 por ciento de las salidas. En este momento hay un grupo de 28 delfines con dos crías», informa la bióloga marina, que acompaña a los visitantes durante el viaje.
El viaje en barco por la bahía merece la pena. Las playas naturales están rodeadas por el verde intenso de la Sierra de Arrábida. La playa de Galapinhos fue elegida la playa natural más bonita de Europa en 2017. Enfrente, en la península de Tróia, se encuentra una de las playas de arena más largas de Europa, con 13 kilómetros de extensión.
Por Manuel Meyer (dpa)