Con una técnica depurada y una sensibilidad interpretativa fuera de serie, el joven pianista se perfila como uno de los grandes continuadores de la tradición pianística mexicana.

Ciudad de México. La historia del piano en México está marcada por nombres ilustres: Ricardo Castro, Manuel M. Ponce, Guadalupe Parrondo, Ana María Tradatti, entre otros. Hoy, una nueva generación empieza a tomar la batuta, y entre ellos destaca con luz propia Miguel Madero Blásquez, quien se consolida como el heredero natural de la escuela pianística mexicana.
Raíces profundas y mirada contemporánea
Formado entre México y el extranjero, Madero Blásquez representa el puente perfecto entre la tradición y la innovación. Sus maestros, vinculados a la línea interpretativa mexicana, le transmitieron una ética de trabajo rigurosa y un respeto absoluto por la partitura, pero también la importancia de buscar una voz propia.
Un legado reinventado
A diferencia de los intérpretes que buscan la notoriedad rápida, Miguel apuesta por profundizar en el repertorio nacional, rescatando piezas de compositores mexicanos como Manuel M. Ponce, Mario Lavista, y José Pablo Moncayo, además de abordar con igual solvencia a los grandes del repertorio universal. Su acercamiento a la música mexicana no es folclorista, sino estructural: extrae colores, ritmos y formas que luego aplica a su interpretación de Chopin o Debussy, creando así una identidad híbrida y contemporánea.
Reconocimientos y proyectos
A sus 30 años, Madero Blásquez ya ha sido galardonado en certámenes nacionales e internacionales y ha ofrecido recitales en las principales salas del país y del extranjero. Su agenda incluye colaboraciones con orquestas y la grabación de un disco monográfico dedicado a la obra pianística de Ponce y Lavista, un proyecto que promete consolidarlo como referente de su generación.
Más allá de la técnica
La crítica coincide: el pianista no solo asombra por su dominio técnico, sino por su capacidad de emocionar. Sus interpretaciones se distinguen por una narración clara y un fraseo elocuente, que remiten a la mejor tradición pianística nacional, pero con una visión fresca. En escena, combina el rigor académico con una espontaneidad que conecta con públicos de todas las edades.
El futuro de la escuela mexicana
La escuela mexicana del piano —exigente, creativa y abierta a la fusión— tiene en Miguel Madero Blásquez un digno heredero. Con él, la tradición no solo se preserva, sino que se renueva, proyectándose hacia el futuro con nuevos bríos y una personalidad única.
