(dpa) – La isla de Holbox se encuentra en el norte de la Península de Yucatán, entre el Golfo de México y el Mar Caribe. Se considera una isla tropical de ensueño, que evoca de inmediato imágenes de playas blancas, palmeras y el encanto de un lugar remoto, a la cual llegan turistas de todo el mundo en busca de paz y tranquilidad o de fiestas hasta el amanecer.
El paraíso espera al final del camino
El pausado viaje a Holbox se ajusta inicialmente a las expectativas. Una estrecha carretera se abre paso a través de pequeños pueblos hasta llegar al mar. Casi al final del recorrido, unas cuantas vacas pastan a un costado de la carretera y una gasolinera a medio construir se asoma como un puerto espacial abandonado.
El ferry espera en el pueblo costero de Chiquilá. Ya nos encontramos lejos de Cancún y Playa del Carmen, los destinos más buscados por el turismo de masas en la Riviera Maya, a pesar de la pandemia de coronavirus.
En la cubierta del barco el viento sopla muy fuerte y nos despeina, como si quisiera arrancarnos para siempre las preocupaciones de la cabeza. El agua a veces salpica, y el sabor salado en los labios ya parece ser un buen anticipo.
El anhelo de viajar a una isla tropical de ensueño es tan antiguo como el turismo moderno, y Holbox lo cumple. El clima es cálido durante todo el año. El lado norte de la isla, de 42 kilómetros de largo pero muy estrecha, consiste en gran parte en una única playa de arena.
Holbox está separada de tierra firme por la laguna de Yalahao, cuyas aguas son de color oscuro a causa de los manglares. De ahí proviene el nombre de Holbox: «agujero negro».
En el oeste de la isla se encuentra el único pueblo que también lleva el nombre de Holbox. Alrededor de la plaza central hay supermercados, tiendas, restaurantes, cafés y bares.
Los artistas locales esperan que su arte callejero, exhibido en muchas de las fachadas de los edificios, sea inmortalizado en las cuentas de Instagram de los veraneantes. Sin embargo, la mayor parte de la isla no está desarrollada. Además, una reserva de la biosfera protege las zonas costeras sensibles de la isla.
No hay coches, pero rugen motores
Casi todos los informes elogian el hecho de que Holbox sea una isla libre de coches, una característica que subraya la supuesta tranquilidad y la desaceleración de la vida cotidiana.
Carros de golf actúan como taxis. Apenas se pone un pie en la isla se oye el constante el traqueteo de sus motores. Si bien la utilidad de estos vehículos se hace evidente de inmediato, la imagen ideal de la supuesta isla tranquila comienza a resquebrajarse.
¿Qué clase de viajero eres?
Una característica especial de Holbox es que reúne a muchos tipos de viajeros en un espacio relativamente limitado. Parejas que buscan un romántico nido de amor se topan con mochileros que se detienen aquí durante su recorrido por México o con hípsters que se trasladan con maletas rodantes y conciencia ecológica y nunca dejan de apreciar un buen café «Flat White».
También hay mujeres y hombres jóvenes de Europa y Estados Unidos que se quedan varias semanas, trabajan en los cafés y se broncean bajo el sol de México.
Por lo general no hay mucho que hacer en Holbox. El número de actividades posibles es agradablemente limitado. Se puede bajar hasta Punta Cocos o en la otra dirección por la playa sobre un gran banco de arena hasta Punta Mosquito.
El gran espectáculo natural de Holbox son los tiburones ballena, que se pueden contemplar en las excursiones en barco o de buceo, pero solamente en la temporada baja, de julio a octubre, que es la estación de las lluvias.
En esa época, las rutas no pavimentadas pueden estar completamente inundadas, lo que a veces da lugar a informes de viaje poco entusiastas.
La plaga de algas no puede ser ignorada
Tal como corresponde a una isla de ensueño, la idea es, sin duda, no hacer nada en la playa. Sin embargo, también este paraíso tiene un problema casi imposible de resolver y que requiere esfuerzos.
Desde hace algunos años flota en el océano el mayor campo de algas pardas del planeta, el llamado Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico. Estas algas se amontonan en muchas playas del Caribe y en cantidades tan grandes que a menudo es casi imposible eliminarlas.
Holbox también está afectada por estas algas, que desprenden un ligero olor a podrido. El Gobierno mexicano ya invirtió mucho dinero en su eliminación, pero es un trabajo que nunca se acaba.
Fiesta hasta el amanecer
Hay algo más en Holbox que no encaja del todo con la imagen de un paraíso vacacional tranquilo: fiestas, alcohol y drogas. La gente está de fiesta en Holbox. Si se quiere, todas las noches.
El bullicio en el centro puede defraudar las expectativas de Holbox. Algunas personas buscan paz y tranquilidad, pero el hotel que eligieron está al lado de un bar con música a todo volumen hasta bien entrada la noche. Para evitar estos errores se recomienda leer las opiniones de otros turistas en las plataformas de reserva.
Si en horas del atardecer se camina por los senderos de arena alejándose del pueblo y adentrándose en la naturaleza, la luz artificial desaparece rápidamente. De repente, el cielo parece una alfombra negra llena de perlas brillantes. El silencio se cierne sobre el paisaje y apenas se oye un sonido.
Según cuenta la vendedora de una tienda de recuerdos, la isla solía ser tranquila. Agrega que hoy en día hay demasiado ruido y que todo indica que aumentará. Una gran cantidad de proyectos de construcción en el suroeste de la isla dan cuenta de que el boom turístico está lejos de llegar a su fin.
Por Philipp Laage (dpa)