Berlín, 16 ago (dpa) – La abolición de los formatos «pliego», «folio», «cuartilla», «octavilla» y «holandesa» se debe a un alemán, el ingeniero y matemático Walter Porstmann, que creó el hoy popular formato DIN A4, ahora aplicado a cartas, facturas y un sinfín de documentos.
El jueves 18 de agosto, hace cien años, el Instituto Alemán de Normalización (DIN) publicó en base a los trabajos de Portsmann su norma 476 para los formatos de papel. Desde entonces, el A4 y sus hermanos forman parte de la medida de todas las cosas en oficinas y escuelas.
La medida de 29,7 por 21 centímetros para una hoja A4 puede parecer arbitraria. Pero se basa en una medida casi perfecta: el metro cuadrado. Los 118,9 por 84,1 centímetros del formato base A0 forman una superficie de 0,999949 metros cuadrados. Esa mínima diferencia se debe a que la longitud lateral se redondeó a milímetros enteros.
Para la siguiente versión más pequeña se dividió a la mitad el borde lateral. Los números designan cuántas veces se plegó el tamaño base A0. En el caso de A4, por ejemplo, fueron cuatro veces.
También las proporciones de ambas longitudes laterales responden a una perfección geométrica: tienen la misma proporción entre su lado mayor y su lado menor, como el ángulo con la diagonal de un cuadrado. Es decir, en proporción 1 a la raíz cuadrada de 2 (o, dicho más burdamente: aproximadanete 7 a 10).
Según escribió Porstmann (1886-1959), esto resultó ser «bien utilizable en todo tipo de aplicaciones». «Es la única forma que en sucesivos pliegues de un formato presente formatos parciales similares».
El ingeniero recurrió a conocimientos muy anteriores a su época. Ya en 1786, el científico y filósofo alemán Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) escribió sobre esa proporción entre los lados: «La forma tiene algo agradable y exquisito con respecto a lo habitual».
Porstmann fue inspirado por el filósofo y Premio Nobel de Química Wilhelm Ostwald (1853-1932) cuando el secretario privado y asistente de este trabajaba a partir de 1912 cerca de Leipzig. En ocasiones se llegó a decir que se apropió sin autorización de las ideas de su predecesor, lo que en 1914 les llevó a un desacuerdo.
Y es que una de las bases de la enseñanza de Ostwald incluía no desperdiciar material y espacio. Entre otras cosas, desarrolló un «formato mundial para impresiones», que en la práctica, sin embargo, no encontró eco.
Detrás de la idea de Ostwald hay un principio económico: a través de medidas estandarizadas para el papel en las bibliotecas, por ejemplo, se puede ahorrar espacio si los libros ya no son de diferente tamaño.
Y tiene otra ventaja: «La fabricación de libros es mucho más cara porque las máquinas de papel y las impresoras deben poder funcionar en todos los formatos de lo que sería con un formato unificado», escribió Ostwald en 1911.
Con su libro sobre las normas publicado en 1917 Portsmann llamó la atención de los encargados de las normas en la industria alemana (el actual Instituto Alemán de Normalización, DIN). Tras su disertación sobre la unificación de los sistemas de medidas trabajó a partir de 1920 en un puesto directivo del instituto.
Tras publicarse la norma 476, esta conquistó el mundo. La primera en aplicarla a nivel institucional fue la dirección de los ferrocarriles del Reich. Pronto en Alemania el papel destinado a negocio o administración fue casi exclusivamente fabricado con la norma DIN.
También se estandarizaron las normas de formatos de diarios o libros, de sobres, cuadernos o archivadores. Además, los muebles de oficina se adaptaron a la nueva medida.
Hoy día, los formatos DIN están adaptados para casi todo el mundo a través de la norma internacional ISO 216. Estados Unidos y Canadá mantienen normas independientes. En Estados Unidos, por ejemplo, se usa el formato «letter» con las medidas 8,5 por 11 pulgadas (21,59 por 27,94 centímetros), un poco más corto y más ancho que el A4.
Por Sebastian Fischer (dpa)