(dpa) – El ghosting, un fenómeno que recibió impulso a través de las aplicaciones de citas, deja al afectado con una sensación de impotencia y desamparo. «Lo que se comienza rápidamente deslizando el dedo sobre una pantalla, termina igual de rápido. Nunca antes fue tan fácil entrar en contacto con otras personas. Y nunca antes tantas personas fueron abandonadas sin comentarios», señala Eric Hegmann, terapeuta de parejas, desde la ciudad de Hamburgo, Alemania.
En su opinión, Internet ofrece la gran oportunidad de entrar en contacto con personas a las que de lo contrario uno no conocería. Al mismo tiempo, sin embargo, un contacto puede desaparecer rápidamente otra vez y no ser encontrado nunca más, como un fantasma («ghost» en inglés). ¿Tiene la culpa la red? «No, nunca es un medio el que ‘ghostea’, son las personas las que lo hacen», destaca Hegmann.
También Sharon Brehm, terapeuta de parejas de Múnich, considera que el anonimato que ofrece Internet no es la causa del fenómeno del ghosting: «Eso de hecho ya existía antes de la época de las apps de cita. Solo hay que pensar en la imagen de quien decía que se iba a comprar cigarrillos y nunca más volvía», señala.
Pero, ¿por qué alguien abandona a otra persona sin una sola palabra de explicación? Sharon Brehm presume que se busca evitar el conflicto: «Se basan en la idea: mi verdad te dolería y te protejo con mi silencio».
Otro motivo, según Brehm, es que la otra persona simplemente olvidó responder o comunicarse. En esos casos el ghosting es menos estratégico, pero igual de doloroso, porque significa que el otro o la otra no tiene interés.
«El ghosting es la decisión -consciente o inconsciente- de otra persona y dice más bien algo acerca de la persona que ‘ghostea’ que de la persona ‘ghosteada'», sostiene Brehm.
Carsten Müller, terapeuta sexual y de parejas de Duisburgo, recomienda que una persona que haya sido «ghosteada» de ninguna manera busque la culpa en sí misma. «Si se interioriza eso, se avanza un paso importante».
Pero hasta que uno llega a esa conclusión puede demorar. Porque el problema del ghosting es que las personas aprenden de la experiencia. «Cuando fuimos lastimados pero no sabemos por qué, nuestros programas de protección enloquecen un poco», dice Hegmann. «Entonces nos protegen quizá de manera injustificada de nuevos encuentros», añade.
Las personas que ya de por sí tienen miedo a las pérdidas deciden tal vez esforzarse mucho más en el futuro para merecer o ganarse el amor de alguien. Y las personas con miedo a los vínculos sienten confirmada su idea de que no pueden confiar en nadie.
Pero justamente nuevas citas, quizá incluso una nueva relación, pueden ser muy importantes para la sanación de la persona que fue dejada sin una palabra de explicación. «Porque no es el tiempo el que cura todas las heridas. Son las nuevas experiencias», dice Sharon Brehm. Pero advierte asimismo que tampoco en las nuevas citas es posible protegerse del ghosting.
Brehm suma otro punto: «Si fui ‘ghosteada’ varias veces, vale la pena reflexionar sobre mi propio comportamiento: ¿me enamoro demasiado rápido? ¿Me fijo muy poco en si esa persona y yo queremos lo mismo? ¿Estoy ignorando quizá otras limitaciones de la relación?».
Hegmann oye en su consulta a menudo que los afectados dicen que quienes buscan pareja deberían tener especial cuidado cuando escuchan ya al principio que el otro en realidad no quiere iniciar una relación. Esa frase es, por un lado, un anuncio de lo que puede venir, pero, por el otro, una disculpa por anticipado a la que el otro se remite cuando finalmente interrumpe el contacto, explica. Su argumento será: te dije que no quería una relación.
«Lógicamente se puede estar atento a estas señales contradictorias, pero al mismo tiempo entonces se actúa con desconfianza y miedo. Y eso genera que los encuentros se conviertan en una especie de entrevista de trabajo», indica. Y estas, en general, no generan un contacto emocional como para enamorarse. Es decir que quien se quiere proteger está al mismo tiempo saboteando su propia búsqueda de pareja, concluye.
Por Suria Reiche (dpa)