Berlín, 27 ago (dpa) – A un mes de las elecciones generales en Alemania es más incierto que nunca quién ocupará el cargo de canciller para suceder a Angela Merkel.
Durante mucho tiempo parecía que las cartas estaban echadas, pero de repente cambiaron los ánimos del electorado. El duelo pronosticado entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel y Los Verdes se ha convertido en una carrera entre el Partido Socialdemócrata (SPD) y los democristianos, sus socios mayores de la actual coalición.
«Estamos agradecidos por el apoyo que está recibiendo Olaf Scholz», dicen modestamente los socialdemócratas sobre las buenas perspectivas de su candidato, el actual vicecanciller y ministro de Finanzas.
Scholz, descartado hace tiempo por muchos, y el SPD no solo han remontado en las encuestas, sino que han superado en la intención de voto tanto al candidato de la CDU, Armin Laschet, como a las dos formaciones conservadoras, la CDU y su rama bávara, la CSU.
El instituto demoscópico Forsa ve al SPD por delante de la CDU/CSU por primera vez en 15 años, aunque por un estrecho margen de 23 a 22 por ciento. Los Verdes parecen quedarse atrás con un 18 por ciento.
Pero básicamente los tres candidatos que se enfrentarán el domingo en el primer debate televisivo pueden aspirar aún a la cancillería.
Esto es un motivo de satisfacción para el SPD en particular, ya que los críticos se habían burlado durante mucho tiempo de que un candidato socialdemócrata a la cancillería no tenía cabida en esa ronda porque carecía de toda posibilidad.
Sin embargo, en la sede del SPD son conscientes de que el repunte repentino no puede atribuirse únicamente a Scholz y a la actuación del partido. Los demás han cometido errores, desliza el secretario general Lars Klingbeil. «Lo que estamos viendo en las filas de la CDU/CSU es puro pánico», dice Klingbeil.
Entre los conservadores las nuevas cifras de los sondeos han calado hondo. El 22 por ciento que auguró recientemente Forsa es la peor cifra que el instituto jamás haya calculado para la CDU y la CSU.
«No hay que entrar en pánico, pero esto es una llamada de atención», dijo el secretario general de la CDU, Paul Ziemiak, al canal de televisión Welt. «Estamos luchando», lo secundó Merkel. «Al final, lo que cuenta son los votos de los ciudadanos en las urnas».
Laschet está sometido a una enorme presión para revertir la tendencia y triunfar. La situación es dramática, la campaña electoral es aburrida, se quejan no solo los diputados conservadores que temen por sus escaños, sino incluso miembros de la cúpula del partido.
Si Laschet no consigue conquistar la Cancillería tras los 16 años de Merkel, los conservadores podrían verse condenados a la oposición durante varias legislaturas. Esto significaría el fin de la carrera política de Laschet. Apenas quedaría una piedra sin remover dentro de la dirección del partido.
Al mismo tiempo, casi todos los que temen ese escenario dicen que el candidato aún tiene posibilidades de convertirse en canciller. Bajo presión, dicen, Laschet es especialmente bueno. Incluso sus adversarios dan fe de su resistencia y su capacidad de mantener la calma.
La candidata a canciller de Los Verdes, Annalena Baerbock, también lucha contra la caída de la popularidad. La joven dirigente tiene que recuperar la confianza dilapidada después de sufrir varios traspiés, como cuando fue acusada de plagiar textos para un libro.
Los Verdes y su copresidenta están muy lejos de los altos niveles de las encuestas poco después de su nombramiento como candidata a canciller. A finales de abril, el partido seguía por delante de la CDU/CSU con un 25 por ciento y ahora oscila en el 18 por ciento.
«El duelo anterior se ha convertido ahora en una lucha a tres bandas, lo que lo hace aún más emocionante», dijo Baerbock esta semana en un mitin electoral en Kiel.
Los tres debates que habrá serán probablemente seguidos en directo por millones de personas. El domingo, las cadenas privadas RTL y ntv, que pertenecen a una familia de canales, mostrarán el primero en directo por televisión y online durante algo menos de dos horas.
En septiembre lo harán de forma conjunta las cadenas públicas ARD y ZDF, y posteriormente les tocará el turno a los canales privados ProSieben, Sat.1 y Kabeleins, que forman parte de un mismo grupo.
La importancia de los debates podría crecer debido a que se espera una gran afluencia de voto por correo por la pandemia.
«Como el número de votantes por correo aumenta de forma significativa, es potencialmente posible votar justo después de la emisión. Esto incrementa el impacto de los debates», explicó el politólogo de la Universidad de Duisburgo-Essen Karl-Rudolf Korte.
Por Theresa Münch, Jörg Blank y Fatima Abbas (dpa)