Sevilla, 19 may (dpa) – Jugadores y fans del Eintracht Frankfurt convirtieron la noche en día en Sevilla celebrando la conquista de la Liga Europa, tras la victoria por 5-4 en los penaltis contra el Glasgow Rangers.
Incluso el normalmente tan tranquilo entrenador Oliver Glasner se transformó en un festejante eufórico del segundo título internacional de la historia del equipo alemán. «Voy a celebrarlo hasta el sábado, y el domingo me voy de vacaciones», anunció Glasner.
Sus pupilos se sentían como en un cuento de hadas: al fin y al cabo, además del enorme trofeo de plata, consiguieron su primera participación en la Liga de Campeones.
Con este éxito, el Eintracht Frankfurt vuelve a escribir historia, 42 años después de ganar la Copa de la UEFA de 1980.
«Habrá que esperar unos años para darse cuenta de la magnitud», dijo el capitán Sebastian Rode. Y el portero Kevin Trapp subrayó: «Siempre buscamos superlativos. Pero simplemente no hay palabra para describirlo».
El guardameta de la selección alemana fue uno de los héroes de la final. Primero, salvó a su equipo para la tanda de penaltis con una increíble parada justo antes del final de la prórroga, y luego detuvo el disparo de Aaron Ramsey en la ronda desde los once metros.
«Los compañeros se acercaron a mí y me dijeron: ‘¡Vas a conseguirnos esta cosa! No se puede entrenar la tensión que hay en ese momento. Estoy orgulloso de haber podido colaborar para esto», describió Trapp el duelo de nervios de la definición por penaltis.
El colombiano Rafael Borré convirtió el último penalti con una precisión glacial. «Fue un dramatismo puro, que no se puede encontrar en un guión», dijo Rode.
Después, hubo puro éxtasis, también en las gradas del estadio Ramón Sánchez Pizjuán y en casa, donde casi 60.000 aficionados en el estadio de Fráncfort y sus alrededores cruzaron los dedos. También frente a los televisores alemanes: 8,38 millones de personas siguieron la final, con un encendido del 30,7 por ciento para la transmisión del partido en el canal RTL.
En pocos minutos, las calles de Fráncfort se llenaron de fans: los automovilistas empezaron a tocar el claxon, se formaron minicorsos, los aficionados agitaron sus bufandas, gritaron y cantaron. Desconocidos se abrazaban jubilosos.
Cuando el equipo presente el trofeo en el estadio del Eintracht esta noche se esperan unas 100.000 personas. «El viaje no termina aquí en Sevilla, sino con nuestros fans en nuestro estadio», predijo el centrocampista Djibril Sow.
«Oliver Glasner y su equipo técnico han hecho un gran trabajo y han entusiasmado no sólo a los numerosos aficionados del Eintracht Fránkfurt con su fútbol ofensivo y apasionado», declaró el seleccionador nacional Hansi Flick para elogiar el «fantástico éxito» del equipo alemán.
Esto catapulta al tradicional club a nuevas esferas, tanto deportivas como financieras. El 10 de agosto habrá un anticipo de la Liga de Campeones en la Supercopa. Su rival en Helsinki será el FC Liverpool o el Real Madrid.
Pero a pesar de todas las oportunidades de crecimiento, el club quiere seguir siendo fiel a sí mismo. «No vamos a ir de compras a lo grande por habernos clasificado una vez para la Liga de Campeones», dijo el presidente del Eintracht, Peter Fischer. «No habrá harakiri en este club».
Por Eric Dobias y Patrick Reichardt (dpa)