Berlín, 19 feb (dpa) – El contraste en la vida de Boris Becker no podía ser mayor: apenas hace unos meses cumplía condena en una prisión inglesa por delitos financieros y, hoy, la leyenda del tenis alemán es el centro de atención en la Berlinale.
En el Festival Internacional de Cine de Berlín están presentes estrellas de Hollywood como Kristen Stewart, Anne Hathaway, Steven Spielberg y Cate Blanchett. Todos ellos quieren hablar de cine, y Becker también. El director Alex Gibney ha rodado un documental sobre su vida, cuya primera parte se estrena en la Berlinale.
Poco antes, Becker compareció en rueda de prensa, en la que dijo que espera que la película muestre una faceta suya aún desconocida. «En Alemania en particular, la gente a menudo no admite que el ganador de Wimbledon más joven de todos los tiempos haya crecido».
La idea de «¡Boom! ¡Boom! – The World vs. Boris Becker» surgió hace cinco años. En aquel momento, nadie tenía ni idea de lo que ocurriría después. Para su trabajo, Gibney entrevistó a Becker en 2019 y 2022, pocos días antes de que fuera condenado en Londres a dos años y medio de prisión.
Según la sentencia, ocutó a sus administradores concursales activos por valor de millones de dólares. A mediados de diciembre, Becker fue puesto en libertad tras 231 días entre rejas. ¿Cómo se ha podido llegar a este punto tan bajo?
Para intentar encontrar respuesta a esta pregunta, el documental repasa muchas etapas de la carrera de Becker y, sobre todo, da mucho espacio a su punto de vista. Pero lo que Becker tiene que decir no es nuevo, ya se ha contado muchas veces en el pasado.
Es la historia de un niño loco por el tenis que, a los 17 años, fue el campeón más joven de Wimbledon, un héroe popular, un ídolo adolescente que ayudó a que el tenis en Alemania floreciera.
Los medios de comunicación se abalanzan sobre él, Boris Becker se convierte en «¡Bum Bum Boris!». Algo a lo que Becker se expone impotente y con lo que no puede lidiar. Sobre todo cuando los éxitos no se materializan.
Una y otra vez en la película habla de su falta de independencia y de la lucha por conseguirla. Y de la presión que pesaba sobre él y que, en última instancia, le llevó a una adicción a los somníferos.
«La vida como máquina de ganar al tenis es mucho más dura de lo que parece», dijo Becker, que subrayó que siempre hay que funcionar.
«Cada jugador tiene una forma de lidiar con eso, con esas expectativas. Y cuando no ganaba, me intentaban crucificar, especialmente los alemanes», subrayó.
La primera parte de la película no da una respuesta clara a cómo la leyenda del tenis pudo acabar en la cárcel. Lo que ha surgido, sin embargo, es un impresionante retrato de un talento excepcional que, con una fuerza de voluntad de hierro, siempre consigue levantarse tras las derrotas.
Una cualidad que también le ha beneficiado tras su etapa como profesional en activo. «Mi vida como tenista me preparó para mi paso por la cárcel», afirmó Becker.
«Lo único que te salva en un partido final en la pista de tenis de Wimbledon es tu actitud». La vida en la cárcel, aseguró, es muy parecida a eso. «Nunca sabes lo que te espera mañana a la vuelta de la esquina».
Durante largos tramos, la película está contada como un western a la italiana. El oscarizado Alex Gibney («Taxi al infierno») escenificó muchos de los partidos de tenis como tiroteos, con los contrincantes presentados como de perfil, y los dramáticos sones de «L’arena» de Ennio Morricone suenan durante los duelos.
Además de Becker, también intervienen compañeros en su trayectoria, como el antiguo entrenador de Becker, Ion Țiriac, o los exjugadores Björn Borg y John McEnroe.
Resulta conmovedor ver cómo antiguas estrellas del tenis se hablan con respeto mutuo, se analizan entre sí… y es divertido cuando a veces bromean cariñosamente sobre los demás. La película, dura en algunos momentos, cautivará sobre todo a los aficionados al tenis hasta el final.
Preguntado por el título –«El mundo contra Boris Becker»- el extenista respondió que no quiere quejarse de su vida, que cometió errores, como probablemente todo el mundo, que pagó un alto precio por ellos.
Becker reconoció que ahora está contento de haber salido entero de la cárcel, después de ocho meses y seis días, «en paz y libertad».
El alemán aseguró que hoy es un poco mejor, un poco más sabio, un poco más humilde. «Todos deberíamos esforzarnos por ser mejores personas», explicó. «¿Lo conseguimos todos los días? Yo creo que no. Pero la esperanza es lo último que se pierde, dicen»..
Por Gerd Roth y Silke Sullivan (dpa)