Dublín, 8 dic (dpa) – La ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, se reunió hoy en Dublín con su homólogo irlandés, Simon Coveney, como parte de un viaje a este país y al vecino Reino Unido.
Estaba previsto que, entre los temas a dialogar entre ambos, se encuentren la cooperación en los ámbitos de la protección del clima y las energías renovables.
Irlanda, país miembro de la Unión Europea (UE), tiene mucha energía eólica y se considera un posible proveedor de hidrógeno verde.
El viernes, Baerbock tiene planeado entrevistarse en Londres con el ministro británico de Exteriores, James Cleverly.
Un tema importante en el viaje inaugural de dos días de Baerbock, aplazado entre otras cosas por la muerte de la reina Isabel II, será la disputa de Reino Unido con Bruselas por el estatus especial de la región británica de Irlanda del Norte tras el Brexit.
Las diferencias sobre el llamado Protocolo de Irlanda del Norte están paralizando la formación de gobierno en la parte británica de la isla.
El protocolo forma parte del acuerdo sobre el Brexit alcanzado a finales de 2019 y pretende garantizar que no será necesario ningún control fronterizo entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda a pesar de la salida del Reino Unido de la UE.
Antes de partir de Berlín, Baerbock subrayó los fuertes lazos con Irlanda y con Reino Unido a pesar del Brexit, sobre todo en el contexto de la guerra de Rusia en Ucrania. «Somos socios y amigos cercanos», declaró la dirigente del partido Los Verdes.
En referencia al presidente ruso, Vladímir Putin, Baerbock añadió: «Estamos demostrando a Putin el poder de los valores compartidos y nuestra determinación a defenderlos incluso en mares tormentosos».
Para Gran Bretaña e Irlanda, comentó la ministra, el Brexit fue un punto de inflexión especial debido a la división de la isla de Irlanda.
Baerbock destacó que no fue hasta 1998 cuando el Acuerdo de Viernes Santo trajo la paz a Irlanda del Norte tras más de 30 años de sangriento conflicto. Asimismo, opinó que el hecho de que católicos y protestantes puedan volver a vivir en buenas relaciones de vecindad «no debe ponerse en peligro bajo ningún concepto».