(dpa) – Contar con una segunda residencia para pasar las vacaciones ya era algo que gustaba antes, pero con la pandemia de coronavirus la popularidad de estas casas no ha hecho más que crecer.
A algunos les viene a la cabeza la idea de comprar su propia casa de vacaciones y lo hacen pensando en dar este paso con amigos y conocidos, para pasar las vacaciones con ellos y compartir los gastos de la propiedad.
Sin embargo, la compra en grupo debe estar bien pensada. Seleccionar el inmueble, analizar la financiación, ver con qué apoyo se cuenta y establecer responsabilidades son asuntos que deben aclararse de antemano. Además, es importante organizar el uso de la propiedad desde el principio, ya que, sin normas de ocupación, por ejemplo, puede que rápidamente esa vivienda se convierta en un problema.
Según los expertos, muchas personas que se han unido para comprar una casa de vacaciones acaban sufriendo por estas cuestiones. Es por ello que Peter Schöllhorn, miembro de la Asociación Alemana para la Protección de Bienes Inmuebles en el Extranjero, considera que contar con un buen concepto del proyecto en su conjunto es fundamental para que tenga éxito. «Mucho más importante que el dinero es aclarar cómo se regulará el uso», recalca Schöllhorn.
Para Göran Holst, de la Asociación Alemana de Casas de Vacaciones, «el error más estúpido» que se comete a la hora de realizar una adquisición conjunta es confiar en que se tiene una amistad desde hace años y en que las relaciones son buenas.
Para que nada estropee el ambiente durante las vacaciones es necesario organizar el cuidado diario de la casa. Para ello, basta con programar un calendario online en el que quede registrado quién puede usar el domicilio y a qué horas. Las vacaciones y los días festivos se distribuyen uniformemente.
Los propietarios que quieren alquilar la vivienda a terceros, determinan esos días con antelación para evitar colisiones con sus propios planes de vacaciones. Para no caer en un caos organizativo, lo mejor es que el grupo designe a un miembro que se encargue de poner las fechas en el calendario. Si hay un alquiler programado, se aclara de antemano quién se ocupará de gestionarlo.
Lo mismo ocurre con el mantenimiento de la propiedad. Esto incluye tareas como cortar el césped, limpiar y entregar las llaves de apartamentos y casas alquiladas. «Es útil concretar a quién se asignan esas responsabilidades y ponerlo todo por escrito», recomienda Peter Schollhörn. Luego, cada uno decide si hace las tareas por sí mismo o si contrata y paga a un proveedor de servicios de mantenimiento.
«Este tipo de cosas afectan sin duda los costes, por lo que debe tenerse en cuenta a la hora de hacer el cálculo de la financiación», señala el abogado Holger Freitag, miembro de la Asociación de Constructores Privados de Berlín.
La financiación no suele ser un problema. A los bancos les puede dar igual que se trate de un comprador o de varios. Para los propietarios, sin embargo, esto supone una diferencia: «Si uno firma solo, pasa a ser responsable», apunta Philipp Rehberg, del centro de consumidores de Baja Sajonia. Por lo tanto, todos deberían figurar legalmente como propietarios.
En principio, los compradores forman automáticamente una especie de sociedad civil. Esto puede quedar así fijado en el registro de la propiedad. Además, el grupo puede tener unos estatutos en los que se regula la parte que corresponde a cada socio.
Esto ayuda si alguien quiere salirse en un momento dado del proyecto, explica Holst. La persona puede vender su parte sin que toda la propiedad esté a la venta. La mejor forma de estipular las condiciones para salirse de esta empresa conjunta es a través de los estatutos, al igual que para repartir el beneficio del alquiler. La forma de tributación puede cambiar según las condiciones fiscales de cada país y además depende de si la casa o apartamento es residencia habitual o si se trata de una segunda vivienda.
En algunos países, los propietarios pueden deducir los costes relacionados con la casa de vacaciones, pero siempre depende de cómo esté regulado fiscalmente este asunto.
Sin embargo, también existen desventajas. Las casas de vacaciones suelen ser condominios, por lo que los amigos no sólo deben ponerse de acuerdo entre ellos, sino también con el resto de propietarios del edificio para tomar decisiones que afectan al conjunto de la construcción y esos asuntos no siempre están exentos de conflictos.
Por Monika Hillemacher (dpa)