Fráncfort, 26 dic (dpa) – La inflación lleva meses en una sola dirección en Alemania: al alza. La última vez que se vieron tasas de incremento de precios superiores al 5,0 por ciento en el país fue a principios de los años 90, poco después de la Reunificación.
Muchas personas están cada vez más preocupadas por la pérdida de valor del dinero que tanto les ha costado ganar, sobre todo a la hora de pagar en la gasolinera o el combustible de calefacción durante este invierno europeo.
Desde el Banco Central Europeo (BCE), cuyo objetivo principal es un euro estable, tranquilizan los ánimos y hablan de efectos temporales, sobre todo por los precios de la energía y los cuellos de botella en las cadenas de suministro derivadas del rebote económico tras la crisis por la pandemia en 2020.
«La inflación es inesperadamente alta en este momento, pero creemos que bajará el próximo año», declaró Philip R. Lane, economista jefe del BCE. Hasta ahora, el guardián del euro no ha visto un riesgo importante de que el aumento de los salarios pueda provocar un incremento sostenido de la inflación, es decir, que se produzca una peligrosa espiral de precios y salarios.
«En general, seguimos previendo que la inflación se mantenga por debajo de nuestro nuevo objetivo simétrico del dos por ciento a medio plazo», dijo recientemente la presidenta del BCE, Christine Lagarde.
Pero no todos comparten este optimismo. ¿Se están subestimando los riesgos inflacionistas en Alemania, como dijo el líder del partido liberal FDP y nuevo ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, en una entrevista con el diario «Frankfurter Allgemeine Zeitung» el mes pasado?
«Recomiendo prestar mucha atención a la devaluación monetaria. En Europa, algunos países del euro ya son muy dependientes de que el BCE compre sus bonos a gran escala, lo que dificulta un cambio de rumbo», explicó Lindner.
Los críticos llevan tiempo advirtiendo de las consecuencias de la flexibilización monetaria del BCE para la estabilidad de precios.
Sin embargo, en los últimos años los efectos fueron los contrarios: a pesar de una política de tipos de interés cero y de miles de millones en compras de bonos soberanos, el BCE lleva años sin conseguir alejar un poco más del cero la tasa de inflación anual y acercarla al objetivo del dos por ciento.
La inflación ha «desaparecido prácticamente de la pantalla del radar de los observadores» en los últimos años, resumió el ex economista jefe del BCE Otmar Issing en una entrevista con dpa. Esta es una de las razones por las que el reciente aumento de los precios al consumo -tanto en Alemania como en la zona del euro- parece tan aterrador para muchos.
«El BCE señala, con razón, que los factores temporales desempeñan un papel», dijo Issing. Por ejemplo los efectos de la rebaja del IVA que aprobó el Gobierno alemán en 2020 para impulsar el consumo. Desde principios de 2021 se han vuelto a aplicar los tipos regulares, encareciendo los bienes y servicios a nivel interanual y haciendo subir la inflación.
Además, como respuesta a la recuperación económica, el BCE acaba de anunciar como se esperaba el fin del programa de compras contra la pandemia (el llamado PEPP) a partir de marzo. Ese mes las compras de deuda caerán a la mitad respecto al nivel actual.
Sin embargo, otros factores inflacionistas serán más persistentes, como la energía, según Issing, «aunque solo sea porque el precio del CO2 tiene que aumentar». Gran parte de lo que tiene que ver con el cambio climático provocará un aumento de los precios de producción, explicó.
«Eso significa que no espero que la inflación se mantenga tan baja a largo plazo como hemos estado acostumbrados durante muchos años», resumió Issing. «Sin embargo, a principios del próximo año podemos esperar un descenso temporal importante».
El consenso entre los economistas es por tanto que la inflación tenderá a disminuir en 2022. En su último informe, el consejo de expertos económicos que asesora al Gobierno alemán prevé un descenso de la tasa de inflación en Alemania hasta el 2,6 por ciento para 2022.
Sin embargo, también aconseja no subestimar los riesgos de inflación: Según su evaluación, los cuellos de botella de la oferta más duraderos, los acuerdos salariales más elevados y el aumento de los precios de la energía encierran el riesgo de que «los impulsores de los precios, en realidad temporales», puedan conducir a tasas de inflación persistentemente más altas.
El considerable aumento de los precios de la energía, en particular, alberga potencial socialmente explosivo, y los políticos también lo han reconocido. La lista de propuestas de contramedidas es larga.
El acuerdo de coalición del nuevo Gobierno formado por socialdemócratas, verdes y liberales prevé por ejemplo la supresión a principios de 2023 de una tasa para el fomento de la electricidad verde que se paga en la factura de la luz.
Un pequeño consuelo para los consumidores alemanes es que la subida de los precios al consumo no es un problema alemán ni europeo, sino más amplio. En Estados Unidos, por ejemplo, la tasa de inflación superó recientemente el seis por ciento.
Por Jörn Bender y Friederike Marx (dpa)