Tokio, 2 ago (dpa) – La luchadora alemana Aline Rotter-Focken se coronó hoy como la primera campeona olímpica alemana de lucha femenina, en el que era el último combate de su carrera.
Rotter-Focken, de 30 años, se impuso en la final de la categoría de hasta 76 kilos con un 7-3 frente a la favorita, la estadounidense Adeline Gray.
«No hay nada mejor que esto. Parece totalmente irreal. He estado trabajando y soñando con esto todos los días de mi vida durante los últimos años», dijo una entusiasmada Rotter-Focken. «Creo que viviré este momento durante años», añadió.
Su clasificación a la final fue un éxito sin precedentes y aseguró la primera medalla olímpica del equipo femenino alemán de lucha. Para Rotter-Focken, que ahora pone fin a su carrera en activo, el oro en su último combate fue también la coronación de su carrera.
«Lo sentimos en los dos últimos meses. Yo estaba en la colchoneta con ella todos los días y le decía: ‘En realidad, ninguna mujer de esta categoría puede ganarte’. Todavía no me lo puedo creer», dijo el seleccionador nacional, Patrick Loes.
«Queríamos oro aquí. Dijimos: ¡no queremos plata!», agregó.
Rotter-Focken había llegado a la final de Tokio con victorias sobre la bielorrusa Vasilissa Marsaliuk, la china Qian Zhou y la japonesa Hiroe Minagawa, campeona de Asia.
Se la consideraba una desconocida frente a Gray, cinco veces campeona del mundo y primera cabeza de serie en los Juegos de Tokio. Pero sorprendió a su contrincante, con la que mantiene una gran amistad y contra la que había perdido en el Mundial de 2019.
El último campeón olímpico de lucha alemán hasta la fecha era Maik Bullmann, que triunfó en Barcelona en 1992. Alexander Leipold ganó el oro en Sidney 2000, pero tras un polémico caso de dopaje, legalmente no se le permite llamarse campeón olímpico. Ya no figura en las listas oficiales de ganadores.
Rotter-Focken ha sido la figura del equipo femenino alemán de lucha durante años. Además del oro en 2014, ganó otras tres medallas en los mundiales: plata en 2017 y bronce en 2015 y 2019. Ganó tres de estas cuatro medallas en la categoría de 69 kilos.
A diferencia de los hombres, las luchadoras alemanas fueron a un campo de entrenamiento en Japón antes de los Juegos Olímpicos para aclimatarse. El plan funcionó. Rotter-Focken llegó con determinación a la final.
«Ese era mi sueño», manifestó tras su éxito en semifinales. Esta medalla era «largamente esperada en vista del gran trabajo que nuestro equipo ha realizado durante años», explicó.
El oro no solo es un gran éxito para la propia Rotter-Focken, sino también para el seleccionador nacional Loes, que la entrena desde hace diez años.
«La he visto crecer», dijo el técnico de 34 años, que a veces tiene que hacer de esparrin, igual que el marido de la atleta, el ex luchador Jan Rotter.