Wiesbaden (Alemania), 3 ene (dpa) – La vida en Alemania se encareció el año pasado más que en ningún otro momento desde la fundación de la República Federal en 1949.
El fuerte aumento de los precios de la energía y los alimentos elevó la inflación anual en 2022 al 7,9 por ciento, según anunció hoy en Wiesbaden la Oficina Federal de Estadística sobre la base de una primera estimación. En 2021, los precios al consumo en Alemania habían subido una media del 3,1 por ciento.
Para encontrar similar en las estadísticas hay que retroceder hasta 1951, cuando se registró una tasa de inflación del 7,6 por ciento para la entonces República Federal de Alemania. Sin embargo, el método de cálculo se modificó con el tiempo.
Las tasas de inflación más elevadas reducen el poder adquisitivo de los consumidores, que pueden permitirse menos por un euro. El margen financiero de los ciudadanos se reduce, los aumentos de ingresos son devorados por la inflación.
A finales de 2022, la inflación en Alemania se ralentizó, siempre a un nivel elevado. Según la Oficina de Estadística, la ayuda de emergencia única para los clientes de gas y calefacción urbana también se dejó sentir.
Según las estimaciones de la Oficina Federal, los precios de consumo subieron en diciembre un 8,6 por ciento respecto al mismo mes del año anterior. En noviembre, la tasa anual de inflación seguía siendo del 10 por ciento, mientras que en octubre había alcanzado la cifra récord del 10,4 por ciento. De noviembre a diciembre de 2022, los precios al consumo cayeron un 0,8 por ciento.
Los factores que han impulsado los precios durante meses han sido la energía y los alimentos, cuyos precios se han disparado. El ataque ruso a Ucrania y los cuellos de botella en los suministros a la industria agravaron la ya tensa situación.
Los consumidores alemanes tuvieron que pagar en diciembre un 24,4 por ciento más por la energía que un año antes. Los precios de los alimentos subieron un 20,7 por ciento en un año.
El Estado alemán intenta aliviar la carga de empresas y consumidores con ayudas multimillonarias. En el año en curso, los frenos a los precios de la electricidad y el gas van a amortiguar las consecuencias del aumento de costes para hogares y empresas.
Los economistas suponen que esto frenará el aumento de la inflación en 2023.
Pero no se vislumbra un alivio rápido para los precios: «La inflación es alta y sólo descenderá gradualmente», declaró recientemente el presidente del Bundesbank (banco central alemán), Joachim Nagel.
El Banco Central Europeo (BCE) lleva desde el verano de 2022 intentando frenar la inflación en la zona del euro con subidas de los tipos de interés.
Cuando los préstamos se encarecen, esto frena la demanda y puede contrarrestar así las altas tasas de inflación. Al mismo tiempo, sin embargo, unos tipos de interés más altos son una carga para la economía, ya debilitada por las consecuencias de la guerra.
Tras cuatro subidas consecutivas de los tipos de interés en el último año y un tipo de interés básico del 2,5 por ciento, el BCE no ve aún el final de sus esfuerzos por combatir una inflación récord, como dejó claro la presidenta del BCE, Christine Lagarde, tras la última reunión del banco central en 2022, a mediados de diciembre: «Nos queda un largo camino por recorrer.»