Fráncfort, 31 dic (dpa) – La vista es grandiosa desde el piso 47 del rascacielos «One» en el barrio Europa de Fráncfort, desde allí se pueden ver desde las luces de la gran ciudad alemana hasta la cordillera del Taunus.
Con un cóctel en la mano, los clientes se sientan en invierno detrás de los cristales que llegan hasta el techo. En verano, también en la terraza.
Solo 199 personas, incluido el personal, pueden estar al mismo tiempo en el NFT Skybar por razones de seguridad. Por eso, la fila en el vestíbulo del hotel nhow, que incluye el bar de la última planta, es realmente larga a última hora de la tarde.
El director del hotel, Hermann Spatt, considera importante que todos los habitantes de Fráncfort y los visitantes puedan acceder al bar.
Los huéspedes del hotel tienen prioridad, pero «todos son bienvenidos», destaca Spatt.
No se puede reservar lugar, solo los pocos invitados que compraron una obra de arte digital, las llamadas NFT, durante la noche de la inauguración pueden entrar sin problemas.
Un artista había diseñado un NFT para cada una de las diez «bebidas de autor» creadas especialmente para el bar. En la carta de tragos se puede hallar un «Banksy» a base de ginebra, jarabe de arce y jerez o un martini con espárragos, por 16 euros (17 dólares) cada uno, o la «Mona Lisa» sin alcohol con hierba limón, jengibre y cardamomo verde, por 12 euros.
En términos de diseño, en el bar todo también refiere a dinero. La pared de detrás de los escalones, cubiertos de cojines de colores, está tapizada con símbolos de Bitcoin, los taburetes del bar están adornados con monedas y, sobre la zona del restaurante -que actualmente sigue cerrado-, unas luces redondas forman un signo de dólar.
Splatt explica que cada hotel nhow tiene un concepto temático. Para Fráncfort, la elección obvia fue «dinero», «pero con un guiño», aclara.
El NFT Skybar se autodenomina como «el bar más alto de Alemania», pero eso parece ser una cuestión de definición.
El bar de la torre Maintower, en el distrito bancario, es en realidad unos metros y varios pisos más alto. El Panoramabar bajo la plataforma de observación está en el piso 53, a 187 metros de altura, mientras que el NFT Skybar, se encuentra en la planta 47, a 185 metros.
Según la directora de marketing, Jenni Oettel, la competencia está dos metros más arriba, pero el servicio gastronómico de allí «no está declarado específicamente como bar».
En la única ciudad alemana, según creen algunos habitantes de Fráncfort, con un «skyline» decente, hay otros bares a gran altura, como el Barrel Bar, en el piso 39 del Henninger Turm de Sachsenhausen, o el Oben, en la planta 15 del rascacielos One Forty West de Senckenberganlage.
Sin embargo, la altura no es lo único con lo que pueden sumar puntos los bares de Fráncfort. A menudo son los bares pequeños y escondidos los que merecen una visita.
Por ejemplo, el diminuto bar The Tiny Cup, en el edificio del restaurante vegano de estrellas Seven Swans, en el centro de la ciudad. Su propietario, Sven Riebel, fue nombrado recientemente «Anfitrión del Año» por la revista de coctelería «Mixology».
En el bar, de apenas 17 metros cuadrados, suena una discreta música de fondo y hay dos acogedores bancos bajo una agradable luz tenue.
Riebel, que abrió el bar en 2015, dice que sus objetivos son crear un ambiente de salón y trabajar cerca de los clientes. El espacio reducido facilita la conversación, pero no hay obligación de hacerlo. Cuenta con espacio para un máximo de 18 huéspedes.
El bar está dirigido a «amigos de la cultura de la bebida» y ofrece clásicos de la coctelería reinterpretados, pero sin sombrillas de colores, cerezas artificiales ni adornos de piñas.
Actualmente, el vermut es muy pedido y el coñac está volviendo, dice este hombre de 44 años, que precisa que en la carta hay 20 bebidas, además de los clásicos que debe tener un bar, como el «Whiskey sour».
En la escena de los bares se destaca el regreso de un clásico, aunque solo sea temporalmente. El legendario Jimmy’s Bar del Grandhotel Hessischer Hof, cerrado a finales de 2020, volvió a abrir desde mediados de diciembre.
Está a cargo de Micky Rosen y Alex Urseanu, que tienen otros muchos bares, restaurantes y hoteles en Fráncfort. El bar situado frente al predio ferial de Fráncfort tuvo estatus de culto durante décadas, y no solo por la Feria del Libro.
Los redactores gastronómicos de la revista «Frankfurt geht aus» sitúan al bar Yaldi en el primer puesto de la categoría «bares de moda» para la edición de 2023.
Le siguen el White Rabbit, en el centro de la ciudad, y el Hunky Dory, en Baseler Platz. En la categoría de «bares clásicos», el bar del hotel Roomers está en lo más alto del podio, seguido del Old Fashioned Bar de Alt-Sachsenhausen y el Logenhaus de Nordend.
Por Sandra Trauner y Isabell Scheuplein (dpa)