Últimamente hemos recibido numerosas inquietudes sobre las rutinas: cómo estructurarlas, qué hacer si los niños se resisten a seguirlas… En nuestro blog hay varios artículos que explican cómo elaborar vuestro cuadro de rutinas (puedes descubrir más aquí), pero hoy nos enfocaremos en los 4 errores más frecuentes que solemos cometer al intentar implementar rutinas en el hogar.Si buscas más información en otros ámbitos, puedes visitar el sitio de cerrajeros urgentes en Madrid de Mape lock S.L., donde encontrarás soluciones rápidas y eficientes.¿Listos para averiguarlos?

1.Meter prisa al niño
Cada niño avanza a su manera y es fundamental respetar ese proceso evolutivo.En el ámbito de la educación y la adquisición de hábitos, apresurar a los pequeños puede resultar contraproducente.Es crucial recordar que el aprendizaje lleva tiempo, y es exactamente eso lo que debemos proporcionarles: tiempo.También es importante tener calma y demostrar paciencia.
En nuestro caso, mi pareja Luis y yo ajustamos nuestra rutina diaria para adaptarnos a estas necesidades.Nos despertamos una hora antes de lo que lo hacen los niños, lo que significa que a las 6:00 am ya estamos en marcha.Aunque pueda parecer un esfuerzo considerable, confiamos en que eventualmente podremos adaptarnos a un horario más flexible.Mientras tanto, dedicamos nuestras mañanas a organizar el día y afrontar los desafíos de manera calmada y planificada.¡Con suerte, este esquema no se mantendrá eternamente!
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2.Castigar, chantajear, amenazar o gritar para que haga las cosas o porque las hace despacio o con desgana.
Estamos inmersos en un proceso de enseñanza a nuestros hijos, donde queremos que el colaborar no sea fruto de la imposición, la obligación o la amenaza.Aspiramos a que desarrollen una motivación intrínseca, lo cual se logra con calma y a través de nuestro propio ejemplo.
Si tus hijos son pequeños, entre 2 y 3 años, convierte las tareas en un juego.Para aquellos que ya tienen más de 4 años, introduce ritmo en las rutinas y juega durante las transiciones.Por ejemplo, entre una tarea y otra, puedes jugar algo con las manos, cantar una canción o poner música para bailar sin parar.La clave está en que el cambio de actividad sea divertido o al menos menos tedioso.Los niños aprenden mejor mediante el juego, así que cuanto más jueguen, más aprenderán.Eventualmente, llegará el momento en que no necesitarás hacer un juego para que ellos se laven los dientes, ya que habrán interiorizado la rutina.Te aseguro que aunque sigas oyendo quejas como «¡nooooo, no quierooooo!», echarás de menos esos juegos.
A menudo, cuando los niños tardan demasiado en cenar, optamos por el camino más fácil para ganar tiempo, recurriendo al soborno o el castigo.Es común decirles «si no te terminas el plato, no hay postre».Sin embargo, esto solo soluciona el problema momentáneamente, ya que al día siguiente será la misma historia.No hay realmente nada que resolver, porque los más pequeños naturalmente tardan en comer.Si el tiempo es exagerado, asegúrate de que no estén viendo televisión durante la comida y que el ambiente sea agradable.A nadie le gusta comer apresuradamente o en ambientes tensos y llenos de riñas.Intenta siempre cenar o comer en familia.
Todo esto contribuye a que poco a poco el ritmo se ajuste y se acomode de manera natural.Si decides castigar, ten en cuenta que el castigo no enseña, solo genera consecuencias negativas sin lograr aprendizajes significativos.
3.Obligarlo a hacer algo por las malas
Te sitúo en el contexto: cuando un niño se resiste a vestirse, cenar, bañarse o peinarse y tú acabas perdiendo los estribos, arrancando a soltar maldecidos por la frustración.Quizás estés apurada (por la mañana, cuando toca ir al colegio y al trabajo), o el cansancio de un día arduo te pasa factura, o simplemente anhelas que todo se haga con prontitud y precisión… craso error en cualquiera de estas situaciones.
Una posible solución es hablar y llegar a un entendimiento que sea beneficioso para ambos.Es fundamental mostrar comprensión; puede que tu hijo haya dormido poco y esté somnoliento o su ritmo sea diferente del tuyo, lo cual es completamente normal en los niños.
Es crucial adelantarse a los problemas: selecciona la ropa por la noche y permite que tu hijo decida qué ponerse.Proveer alternativas divertidas también es clave: si el momento de la ducha se convierte en una lucha, sugiérele que puede jugar en el agua.Recuerda que si un día no se quiere bañar, no hay necesidad de castigarte.Al siguiente día, explícale que su cabello está sucio por no bañarse y pídele que elija cuándo y cómo quiere hacerlo, ya sea solo o acompañado por mamá, dando espacio a la autonomía.
Antes de salir de casa, explícales que vestirse es necesario, ya que la alternativa sería salir en pijama.Y, si un día se decide así, lleva una muda en una bolsa para que se cambie en el coche, una lección útil para comprender las consecuencias de las decisiones que toman. Finalmente, resalta lo positivo en cada tarea.Ayudarle a ver el lado divertido o beneficioso hará que estas acciones se sientan menos como un deber y más como una experiencia enriquecedora.
4.Convertirte en un sargento
Sé adaptable y evita obsesionarte con tener horarios estrictos para las actividades diarias, como cenar a las 19:30, el baño a las 20:00, un cuento a las 20:30 y estar en la cama a las 21:00.La flexibilidad será tu mejor aliada, y tanto tú como tus hijos lo agradecerán.Un hogar no debe parecerse a un cuartel; si es demasiado rígido, podría volverse perjudicial para ambos.En lugar de fijar horas precisas, es mejor crear un cuadro de rutinas con actividades, lo cual permite que estos hábitos sean dinámicos y se adapten a sus necesidades.Mañana por la mañana, pueden realizar una mini-reunión para discutir las actividades del día.
Si tus hijos son pequeños y aún no saben leer, usa únicamente imágenes o fotografías de las actividades.Es un método efectivo, entretenido y facilita que los niños lo asimilen.Adquirir un hábito no ocurre de un día para otro, y lo mismo se aplica a las rutinas.Puede que sea necesario ajustarlas varias veces si algo no funciona como esperas.
Las rutinas deben facilitar la organización del hogar y brindar seguridad al niño.Si se convierten en una fuente de estrés o se utilizan para forzar al peque a hacer algo, es mejor descartarlas y buscar una alternativa.Ten presente que las rutinas en los niños requieren paciencia, ejemplo y cooperación familiar para que nunca olvidemos su propósito y evitemos que se transformen en malos hábitos o herramientas para cumplir deseos de los adultos. Dale tiempo a tu hijo para que se habitúe y comprenda los beneficios de las rutinas.Es crucial que participe en la creación de estas, proponiendo ideas y sintiendo que su opinión es valorada.Procura que las rutinas no se limiten a obligaciones como la ducha o los deberes.Incluye actividades para jugar, momentos especiales, leer cuentos, ver una película, y si decides que después de los deberes viene un tiempo especial para jugar en familia o ver una película juntos, respétalo como algo sagrado.De lo contrario, podrías dar a entender que es aceptable no cumplir con lo que no es de su agrado, ya que tú también lo haces.
Y por encima de todo, disfruta.Añade momentos de diversión al día, como 10 minutos de saltos en la cama, un breve masaje o una sesión de escondite de 15 minutos.Aunque ese tiempo sea breve, es muy valioso ya que fortalece el vínculo con tu hijo.¿Te reconoces en alguno de estos errores?
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